Foto: Marcel Mariën
O por qué pretendo serlo, que no es tarea fácil. Podría responderme que tengo la necesidad de servir a Alguien (a ti, mi Dueño), de ser feliz con su felicidad, de sentirme a gusto a sus pies.
O de sentirme cuidada y propiedad de Alguien (de ti, mi Dueño), responder a sus requerimientos y satisfacerle y cuidarle a mi vez.
O podría contestar que me gusta el morbo que acompaña a esta situación, las múltiples posibilidades que nos regala el BDSM respecto al sexo.
Y no creo que fuera la única que pensara así.
Sin embargo, no contestaré que soy sumisa porque necesito escapar de mi vida diaria, estoy muy contenta con ella actualmente.
No puedo confirmar tampoco que tengo una personalidad servil, con poca autoestima o manipulable, porque no es cierto, al menos, no en mayor grado que los que me rodean.
Ni que tuve un gran trauma durante mi infancia que me abocó a ello, no lo encuentro ni creo que lo haya.
¿Será que soy una alta directiva/ejecutiva que necesita delegar su responsabilidad durante unos momentos en una persona? De nuevo, la respuesta es negativa.
Quizá lo sea simplemente porque lo siento, lo llevo en mí, al igual que la necesidad de escribir o escuchar música (por citar dos necesidades que no son estrictamente fisiológicas).
¿Y por qué lo siento? Vaya usted a saber, misterios insondables del universo...
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