Foto: urban-photos
Creo que el principal inconveniente de pretender analizar absolutamente todo, son los chorros de dudas que surgen por doquier.
Normalmente mantengo a las dudas quietecitas, en un rincón, a la sombra, amenazándolas con convertirme a la fe del primero que pase. Pero ni aún así, las malditas se pueden resistir de vez en cuando a salir y darse un garbeo.
De mi Dueño no dudo, imposible, eso lo tengo seguro, afortunadamente (y no sin trabajo de por medio). Pero... ¿y el BDSM? ¿Me gusta, es lo que quiero realmente, es cierto que no puedo vivir sin entregarme? ¿Merece la pena estar así?
Sí, mis chicas se han vuelto a escapar, ahí están. Juraría que las tenía atadas y bien atadas, shibari fino, oigan. Es más, volvería a jurar que, hace tiempo, comprobé varias veces en carne propia que es imposible ahogar mi propia naturaleza.
Sin embargo... ahí andan. Si bien, parece que no están muy fuertes, sólo se han tomado unos días para irse de parranda. Eso sí, días de vértigo, de sensación de caída libre, sin red. De repente, enfrentarme a mí misma, cara a cara conmigo y decirme "continúa, tienes toda una maravillosa vida por delante. Eso sí, totalmente vainilla." Sólo de pensar en una vida sin la pimienta de la D/s, se me encogía el estómago y se me anudaban las dendritas.
Ha sido suficiente por unos días. Sé de personas que lo han dejado aparcado durante años, y han terminado volviendo. Y aunque no dudo de que ese día pueda llegarme, me pregunto cómo han podido mantenerla quieta, inmóvil, durante todo ese tiempo.
De momento, mi sitio a los pies de mi Dueño me sirve de refugio, dude o no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario