Foto: Konstantin Alexandroff
Llegó un momento en que yo quería aumentar mi entrega. Quería dártelo todo, e intentaba poner todo mi empeño en conseguirlo.
Sin embargo, habitaba en mí un tumorcillo, que se erigía como muro entre mis deseos y mi evolución real, entre mi sumisión y la dominación de mi Dueño. Un pequeño bultito que yo no podía ni parecía querer ver.
El que me guía, como sabio doctor con buen ojo clínico, lo detectó sin tardar mucho, y supo lo que había que hacer.
Así que esperó a que yo entrara en el quirófano por mi propio pie, y lo extirpó de un tirón, sin anestesia que adormeciera los sentidos y el pensamiento de su sumisa.
La operación fue dolorosa para los dos. Yo me debatía y gritaba, sin saber exactamente por qué mi Dueño me abría de ese modo, mientras Él procuraba continuar con mano firme a pesar de mi suplicio, conociendo por los dos que era por mi bien, por nuestro bien.
Me encontraba desorientada, perdida en el centro de un mapa gigantesco donde los puntos cardinales se hubieran mezclado. Quería gritar y arrancar de una vez eso que me molestaba, terminar de una vez por todas de cualquier manera.
Pero no. Estas cosas no se pueden terminar de cualquier manera, se tienen que terminar bien. Y el bulto fue finalmente, extirpado. Noté un gran alivio, un descanso, aunque aún seguía sin conocer muy bien qué había sucedido... hasta que vi el pequeño tumor. Ahí estaba, desafiante, se había intentado alimentar de mis miedos y mis temores inconscientes.
Ahora sabía quién era yo, qué era yo, de quién era yo. Comprendí quién era mi Dueño, cómo era mi Dueño, qué sentía mi Dueño.
Pude sentir cómo mis inquietudes dañinas, mis límites, mis desasosiegos injustificados fueron deslizándose por mi cuerpo hasta llegar a mis pies, para después quedar lejos de mí. Ahora sí estaba desnuda ante Él, dispuesta para Él. Las cortinas que me cubrían los ojos, se abrieron y me permitieron ver el horizonte tal cual era.
Después llegaron los cuidados del postoperatorio. Fueron intensos, suaves, salvajes, llenos.
Gracias, mi Dueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario