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Foto: Konstantin Alexandroff |
A veces me olvido un poco de lo que soy. Sin querer, me acomodo, inconscientemente. No es necesario que pase mucho tiempo desde la última vez que se me usara en una de mis facetas. Sin otro motivo explícito, puede ser que me olvide por las circunstancias, las emociones o el estado de ánimo.
Mientras, puedo caminar tranquilamente por esa tierra de nadie, sin saber que lo estoy, sencillamente porque continúo encontrándome a gusto.
Sin previo aviso, una mañana cualquiera de un día corriente, recibo un mensaje seco, directo, poco habitual en Él, y lo sé: "¿qué haces?"
Intuyo que se avecina algo, pero todavía estoy en mi tierra de nadie, tan tranquila. Aún no salta la alarma.
"¿Puedes ir al baño?" es la expresión que ya activa la alerta sin dejar lugar a las dudas. Dejo a vuestra imaginación lo que sigue. La petición fue breve y sencilla y, por supuesto, no terminó ahí porque Su satisfacción aún no era completa. Pero sí abrió un paréntesis que duró hasta la tarde.
Durante ese día redescubrí lo que era sentirse única y exclusivamente Su puta, sin más aditamentos, a palo seco. No hubo comunicación hasta la tarde, yo tampoco la busqué, porque sabía qué quería de mí exactamente, y lo demás, sobraba.
Mi cabeza se revolvía con pensamientos y sentimientos contradictorios. Por un lado, me gustaba ese estado, se volvía inevitablemente morboso para mí. Por el otro, me rebajaba en cierta manera y me humillaba. Y a una, que aún tiene el orgullo allá, por las nubes, le sigue costando aceptar cualquier cosa que lo merme una miajilla siquiera.
El día, además de volverse desértico por todos estos motivos, se alargó, como para reirse un poco más de todos. Al final, como no podía ser de otra manera, mereció la pena... y provocó al día siguiente mis nervios por una apuesta. Pero eso es otra historia para otro día.
Tanta palabra quería ser un pensamiento en alto sobre los cambios que conlleva una relación D/s compleja. Normalmente se mezclan sumisiones, zorreríos, amores y amistades (en el sentido de tener a alguien con quien poder contar y hablar, no en el de incluir a todos los amigos, que esa es otra cuestión). Pero cuando se dan los dos primeros sin la salsa de los últimos de una manera explícita, al contrario de lo que ha venido siendo habitual, es como disparar a la esencia, al origen que derivó en los que somos ahora. Origen que, al destaparse así, salvaje, terrible, y grande, manifiesta lo que somos.
2 comentarios:
Solo unas letras para dejar cnstancia de mi paso por tu blog
Saludos
Jota
Y de esa heterogénea mezcla arranca el camino que conduce al final sentimiento de orgullo.
Si es que no hay nadie más ecléctico que una sumisa.
Un texto muy bonito y emotivo.
Besos.
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