sábado, 12 de marzo de 2011

La sumisería

El hombre iba informal, pero bien arreglado. Entró en la sumisería y, tras el saludo correspondiente, anunció con una voz algo aguda, como de tenor:

- Bien, quería una sumisa.

La dependienta, experimentada en el negocio a pesar de su juventud, continuó con un diálogo poco espontáneo, a fuerza de repetirlo tras años de trato con distintos clientes:

- Ha venido al mejor sitio, señor. Si le parece, descríbame con más detalle cómo la desea, para poder ofrecerle el producto que más se adecúe a sus necesidades.

El hombre, nunca había poseído ninguna sumisa, pero ello no era impedimento para que tuviera bien claros sus gustos. Así que, ante la invitación de la dependienta (qué pena, lucía un hermoso collar canino), no tardó en responder:

- Verá, me gustaría una sumisa jovencita, ya sabe, que no tenga mucha experiencia. Yo nunca he comprado una y, bueno, para experimentar siempre es mejor así. Además de que, por supuesto, estará más tierna, ya me entiende.

La dependienta lo entendía perfectamente, era el deseo recurrente de la mayoría de su clientela masculina. No obstante, se veía obligada a dejar a sus criaturas en buenas manos, así que lanzó la pregunta de rigor, según el manual dictado por su buen juicio y la atención a cientos de clientes más como ese:

- Claro, señor, tenemos de distintas edades, a partir de 25 años. Sin embargo, ¿ha pensado que precisamente por eso necesita más cuidados? Una sumisa inexperta debe vivir su iniciación de manera placentera. Comprenderá que no podemos permitirnos el lujo de perder sumisas por una mala gestión de un primer Dueño desafortunado. También tenga en cuenta que seguramente su madurez sea menor que la de una sumisa mayor y eso requiera de su paciencia y comprensión.

- Ah, no había pensando en eso - respondió el señor. - Bueno, sí, claro, lo había pensado, por supuesto, pero no así. También me gustaría que le guste eso que le gusta a las sumisas, ya sabe, obedecer todo lo que yo le diga, que le guste que le den azotes, que le aten... Esas cosas...

Ante la esperada respuesta, la dependienta se tragó un imperceptible suspiro y continuó:

- Señor, entre nuestras sumisas, existen las que gustan de ese tipo de prácticas. No obstante, para sumisión meramente física tenemos una serie de mujeres preparadas para ello en la sala del fondo. En cuanto a que le obedezcan, es algo que no podemos garantizarle.

- ¿Cómo? ¡Sus sumisas valen una fortuna! ¿Me está diciendo que aunque pague al contado todo lo que piden, no me garantiza que vaya a obedecerme? - replicó el señor, bastante alterado mientras sacaba de sus bolsillos un fajo de billetes.

La dependienta se echó mano al collar. Era un gesto inconsciente que realizaba cuando necesitaba alejar las emociones negativas que podían provocarle clientes como este. Quizá, de alguna manera, mientras lo rozaba con sus dedos, recordaba las manos que se lo pusieron y que la cuidaban.

- Lo siento, señor, nuestras sumisas no son robots. Como cualquier persona, tienen sus propios pensamientos, opiniones y maneras de ser. Aunque compre una de nuestras sumisas, debe ganar su mente para poseerla. Entonces le aseguro que le será bastante placentero. No olvide que realmente no está pagando por la mujer que se lleva a casa, sino por la formación que ha recibido en nuestra prestigiosa escuela.

El señor tuvo la impresión de que si la dependienta, en vez de decírselo así, se lo hubiera mostrado con jeroglíficos, habría comprendido lo mismo. No concebía que, pagando por algo, no se pudiera obtener. Aún así, intentó comprobar si se había enterado de algo:

- Vamos a ver, me está diciendo que al final, el que tiene que domar a la sumisa soy yo, a pesar de que pague, ¿no?

- Por supuesto, señor, es el placer que buscan la mayoría de los Dominantes que acuden a nosotros. Si se las diéramos ya sometidas, no tendrían nada que hacer. Además de que cada uno debe educarla a su gusto personal y, por tanto, muy variable de uno a otro.

En ese momento, el diálogo se vio interrumpido por la entrada en la tienda de dos personas más.

- Buenos días, Señor Aic, mis respetos, buenos días, lis, ¿cómo estáis?

lis, la sumisa, respondió con un dos besos y un 'bien, guapa' mientras se situaba, sonriendo, detrás de su Señor. El señor que había entrado antes se quedó callado contemplando la escena, a un lado.

- Bien, gracias, preciosa nube, espero que como tú y tu Señora - respondió Aic.
- Me alegro, Señor Aic. Sí, estamos bien, gracias. ¿A qué debemos su agradable presencia?
- Verá, esta noche necesito que lis vaya preciosa. Sé que los demás van a quedar deslumbrados simplemente con su entrega y su saber estar, pero me gustaría verla especialmente guapa para mí, ¿qué tienes por ahí?

La dependienta sacó distintos modelos de vestuario ante el asombro del señor que había entrado antes. Le ofreció el probador a lis que, ante la negativa de su Amo, no tuvo más remedio que mirar con resignación, mientras intentaba probarse sin temblar demasiado y ahogando una segunda negativa, aquellos modelos delante de aquel señor desconocido.

Después de un rato, la dependienta envolvió el modelo escogido y despidió a sus dos clientes.

- Disculpe que le haya dejado un momento por atenderlos a ellos. Necesito dedicar más tiempo a lo que busca, y lo que ellos querían era rápido.

- Por lo que he visto, ese señor tiene poder total sobre esa sumisa. ¿Me está diciendo que no lo ha pagado? - indagó el señor.

- El Señor Aic pagó por las virtudes de su sumisa lis. Pero ha sido tarea suya obtener ese poder sobre ella para poder aprovechar esas virtudes. No obstante, si quiere, puede practicar con las sumisas que tenemos en la sala que le nombré antes.

- No, no me hace falta, gracias, me parece que ustedes se dedican a tomar el pelo a la gente. Creo que voy a buscar una tienda donde encuentre a gente más competente. Adiós - se despidió malhumorado el señor.

- Vuelva cuando quiera, que tenga buen día, señor.

Acto seguido, la dependienta echó el cierre. Era ya la hora, la jornada había sido dura y estaba cansada. Tras quitarse el uniforme, se puso la ropa que le había preparado su Dueña para ese día. Mientras lo hacía, se iban despertando en ella los instintos más bajos que tenía y que, una vez descubiertos, su Señora apreciaba tanto. E imaginando con una sonrisa lo que le depararía al llegar a casa, la dependienta pisó la calle sin apenas poder ocultar a la puta que llevaba debajo del abrigo.



--descalza--

10 comentarios:

MB dijo...

Y... ¿dónde dices que está esa tienda?
Un texto divertido y muy ocurente.
Besos

Malisima dijo...

Muy bueno me has dejado con la boca abierta..aiss por estas entradas es por lo que te tengo tanta mania :))

Un besazo wuapa

Joss dijo...

Me ha gustado la idea de la tienda, espero que no te importe que me la guarde para alguno de mis relatos.

Pero creo que lo realmente interesante del relato es el detalle de cómo un amo debe ganarse a la sumisa, no es tan facil como comprar una esclava. Diferencia esta, entre esclava y sumisa, que mucha gente no es capaz de ver.

Un Saludo!

Unknown dijo...

muy ilustrativa, precisamente como algunos Doms buscan sumisas, que no desean darse ningum trabajo...

besos de una kajira

O'ke dijo...

me ha encantado el cuento. Con tu permiso le paso el enlace a KROFT que seguro se va a divertir un rato.

Lo malo es que me da la sensación de que en algunos casos la realidad supera la ficción

Un beso, cielo

magnolia dijo...

Buena moraleja descalcita, a mí lo que más me ha fascinado es la dependienta de la sumería.
Bessitosss preciosa.

MISTER T dijo...

Muy, muy bueno, donde recoges todas las estupideces de esos super amos de internet, de esos que se creen lo fácil que es tener,conseguir,cuidar,mimar a una sumisa,,muchas gracias..

Eros dijo...

enorme...

descalza dijo...

MB: ¿Seguro que quieres saberlo? ¡Mira cómo tratan a sus clientes! Gracias por tus palabras :)
Felina Mala: muacks! gracias, guapa!
Joss: coge lo que quieras, pero sé legal :)
attella{C2}: veo que se capta la intención :) gracias!
caperucita{KROFT}: muchas gracias, guapa. Será un honor que compartas el enlace. muacks!
magnolia: mmmm... sí, la verdad, a mí también, se me ha escapado de entre las manos mientras escribía, y ha tomado vida propia...
MISTER T: gracias :)
Eros: Gracias

Besos a todos!

descalza dijo...

Aclaración:

Realmente este texto no está escrito con mala intención, nadie nace sabiendo, y todos tenemos un comienzo.

La idea ha surgido de una charla con un hombre que se decía Dominante en un chat. Aunque era sincero, y no tenía totalmente claro si quería serlo o no. Hablando, llegué a decirle que esto era algo más, que cualquiera sirve para atar y azotar. Esta última frase le descuadró por completo, y creo que le hizo reflexionar.

Por eso, por las ganas de escribir algo, y porque llegó la inspiración en el momento oportuno (sí, vale, hay que tener muchos momentos, no vaya a ser que no la pillemos cuando pasa), salió el texto.