El Señor JK entregó la documentación que le solicitó una amable señorita en la ventanilla, pagó las tasas y, con un ligero golpe de fusta, su vehículo avanzó.
Había escogido una hora poco habitual para la revisión, y no tuvo que esperar demasiado. Al poco rato, dos operarios le instaron a situar su vehículo unos metros más adelante, dentro del garaje. Allí, retiraron los aparejos y separaron el vehículo de su tracción motora.
- ¿Desea hombres o mujeres para la revisión de la tracción, Señor? - inquirió uno de los operarios.
- Mujeres, por favor - respondió JK mientras observaba cómo sudaban sus yeguas por el esfuerzo realizado hasta entonces. No le hacía ninguna gracia este trámite que se veía obligado a pasar cada cierto tiempo. Pero, como ciudadano responsable, no le quedaba más remedio que cumplir con ello.
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Foto: .ponygirl by TheRitesofUndeath |
Obervó como su pequeño carro desaparecía por un lado, y sus esclavas por otro. Así que, con un suspiro pasó a la sala de espera donde, al mismo tiempo, recibiría el visto bueno... o no.
julia y lina estaban nerviosas. Su Dueño no estaba presente, las había dejado solas. Sabían que se trataba de una revisión, incluso habían pasado por ella alguna vez, pero siempre era diferente, y ya casi ni recordaban la vez anterior. Al menos, pensaron, podrían estar la una junto a la otra.
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Foto: ponygirl... by jimuk69 |
Sin mucho tiempo más para pensar, las esclavas pasaron a una habitación grande, pero más acogedora que el garaje. Allí las ordenaron desnudarse. Tampoco vestían mucho esta vez, era verano, y el traje de látex las hubiera dejado exhaustas a los pocos metros del trote. Así que simplemente retiraron su penacho, sus botas, y la escasa tela que cubría el resto de su cuerpo. Se quedaron con el collar ceñido a su cuello, como única identificación.
Las dos mujeres se dieron la mano. Mientras, una operaria medía a cada una, mientras otra tomaba notas. Les midió el contorno del pecho, de la cintura, y de la cadera. Después, el contorno del brazo y del muslo. Las cifras iban resonando monótonamente en la habitación vacía: 87, 72, 100...
Acto seguido, pasaron a una báscula donde las pesaron y midieron. De ahí pasaron a la exploración ocular, auditiva y pulmonar.
Después, cada una de las operarias se montó en un carro individual, en apariencia ligero, probablemente de aluminio. Los carros estaban situados detrás de una línea blanca en una pequeña pista ovalada. julia y lina adivinaron qué debían hacer, no sin antes comprobar, aliviadas, la ausencia de fusta en las manos de las conductoras. Bastante humillación era tener que tirar de alguien que no era su Señor.
Tiraron con fuerza, comprobando siempre que la otra iba a la misma altura, y llegando las dos a la vez a la marca blanca durante las tres vueltas que tuvieron que dar. Sus cuerpos se volvieron a perlar de sudor y sus músculos, tensos, se dibujaban perfectamente. Las operarias, como si se hubieran visto del placer de humillar a sus vehículos, no se resistieron a darles una palmadita cariñosa en el culo acompañada de un "muy bien, potrillas", que julia y lina intentaron ignorar para que no se les atragantara el orgullo.
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Foto: pony girl games by Jon Tisbury |
La siguiente vez, ataron sus muñecas a un palo por encima de sus cabezas, de tal manera que quedaron inmóviles por ese lado, aunque con los pies libres. Luego les vendaron los ojos. Y, ahora sí, las operarias cogieron cada una su fusta. Siendo monturas, debían comprobar la resistencia que tenían a ese tipo de azotes.
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Foto: pony girl by manneda |
Cayó el primero de ellos, y lina y julia dieron un respingo de sorpresa. Los diez siguientes llegaron seguidos. Y aunque respiraban entrecortadamente, todavía lo soportaban bien. Cuando llegaron a quince, cesaron. Las operarias las agarraron por las caderas, y las echaron hacia atrás, de tal manera que su culo quedaba más expuesto.
A pesar del vendaje, lina y julia escuchaban el ruido de las cámaras de fotos. Seguramente estaban buscando fijar en píxeles sus marcas, la respuesta de su piel a ese tratamiento. Se las podían imaginar rojas, especialmente en el culo. ¿Podría su Amo recibir también esas imágenes?
Sin desatarlas aún, notaron una presión en sus pezones. Se los estaban pinzando, junto con los labios de su coño. Existían multitud de aparejos que utilizaban estos puntos de la anatomía para sujetarse. Así que también debían demostrar que estaban preparadas para ellos. La presión era regulable, y notaron como apretaban al máximo. Además, unieron los aparejos de una con los de la otra. Tiraban juntas del carro para su Señor, y juntas deberían pasar la prueba.
Les desataron las muñecas y, tirando de las cadenas que las unían, dieron paso a paso otra vuelta alrededor del circuito ovalado. Notaban los tirones involuntarios que se iban dando la una a la otra, incluso a sí mismas, al compás del breve trote que llevaban.
Cuando, de nuevo, completaron la ronda, les retiraron los aperos. Notaron una nueva oleada de dolor, según se los iban quitando, como si su cuerpo se hubiera acostumbrado ya a ellos, y ahora se quejara por su falta.
El tiempo se les estaba haciendo largo, pesado, estaban deseando terminar. Por fin, les avisaron las operarias, llegaba la última prueba.
A cuatro patas, sobre una tabla, volvieron a ponerles arneses que, esta vez, las inmovilizaban casi totalmente. Así que solo podían mirar al frente. Escucharon ruidos metálicos, ruidos de interruptores. Y notaron una embestida en su coño. Recordaron entonces la máquina por la que tuvieron que pasar hacía años. Esta prueba no era la más pesada, pero sí la menos deseada. La máquina embistió varias a veces. Simultáneamente, medía con sus sensores la respuesta de cada una de ellas: grado de humedad, de calor, de presión. Se contaba con que no tenían por qué estar excitadas. Pero era una situación bastante corriente entre los vehículos de tracción humanos, que unos montaran a otros por deseo de sus correspondientes Amos.
Tras unas quince embestidas aproximadamente, la máquina se paró. Desataron a las esclavas y las lavaron. Las operarias les preguntaron si eran alérgicas a alguna sustancia y, tras asegurarse de ello, de manera un tanto brusca, las embadurnaron de una loción calmante. Las vistieron, y las devolvieron con su Dueño.
Su Amo estaba esperando, sonriente, con el carro al lado. Las abrazó fuerte, comprobó que estaban bien. Recogió los resultados positivos, estaba pasada la ITV hasta dentro de cinco años. Podía estar aún más orgulloso de ellas. Con un brillo especial en los ojos, únió de nuevo a sus esclavas al carro, mientras pensaba en el premio y celebración que daría a sus esclavas esa noche por tan buen examen.
9 comentarios:
hola guapa. Hay un regalito para ti en mi blog por si te apetece...
http://sumisadescalza.blogspot.com/ Esta sumisa tiene en la cabeza algo más que pelo. Me encantan sus reflexiones(y algunos post son muy divertidos).
No entiendo como se me ha podido pasar esta nueva muestra de ingenio y buen humor. Bueno, sí lo entiendo si tengo en cuenta mi habitual despiste para todo. Menos mal que, conocedor de ello, de vez en cuando doy un "repaso".
Me ha gustado mucho y me ha resultado muy erótica esa línea de relato, en la que el contenido sexualmente explicito está constantemente limitado por el despliegue de lenguaje pseudo-técnico.
Además viene a confirmare lo que creo que es una de tus fantasías
recurrentes.
Te veo reescribiendo Alicia o Gulliver, pero en el pais del BDSM.
Un beso.
Hola preciosa, te he dejado un pequeño trabajillo en mi blog.
Un beso.
Hola descalza:
Aceptas un desafio? pasa a buscarlo
Besos
carmesí
Y dónde dices que pasan esta ITV?? es que fui hace poco y a mí ni me miraron :pp
Saludos!
Lo siento el otro día pase de prisa a darte trabajo y no tuve tiempo a leer el relato....
Es super original, la comparación a sido espectacular me ha gustado mucho.
Un besazo preciosa.
Jajajajajajaja, guapisimaaaaaaaa, estamos todas empeñadas en darte trabajo, creo que tienes tarea quíntuple, jajajajajaja.
Como sea el mismo trabajo el de todas estás salvada. Jajajjajajaa.
Pásate por mi rincón anda, que así no hay manera de vengarse de ti.
Un beso preciosaaaaaaa.
Carmen/siestoy
Las ponygirls, aunque no son mis preferias, siempre resultan interesantes. Tanto como tus relatos, sumisa descalza, me encanta como incluyes este tipo de cosas en ellos.
Un Saludo!
Yo no paso a darte trabajo solo a darte un besazo
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