viernes, 8 de octubre de 2010

La clepsidra


La esclava caminó hacia la clepsidra, y le gritó:

- ¡Tú, vasija tramposa, que bailas con el tiempo a tu antojo, deja que mi minuto tenga 60 segundos exactos, ni 300 ni 20, sólo 60!

La clepsidra, goteó un par de alfileres de agua por toda respuesta. Cuando llegaron al suelo, formaron una imagen que decía:

- ¿Quién te dice que mi minuto no es exacto, esclava?

La esclava, sin esperar a que terminara la pregunta, respondió airada:

- ¿Cómo va a serlo? Cada vez que voy a verle, corres más lento. Y, sin embargo, cuando ya le he visto, vas tan deprisa...  Tiene que ser una broma pesada tuya.

Por el pequeño orificio de la vasija salió, lentamente, otra gota, larga, transparente, fresca, que también fue a posarse al suelo, donde formó otra idea:

- Yo pertenezco al tiempo, y con su misma exactitud respondo. Esclava, tú perteneces a Otro, no me pidas que aplique Sus baremos ni los tuyos.

La esclava bajó los ojos, azorada. Las manecillas de su reloj ya no estaban.

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1 comentario:

magnolia dijo...

Que bonita descripción de la idea del tiempo.
Besos